Lewis Strauss, un nombre que quizás no resuene con la misma familiaridad que el de J. Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, fue sin embargo una figura crucial en la historia de la energía nuclear y en la configuración del panorama geopolítico del siglo XX. Su vida, marcada por la ambición, la controversia y la lealtad a su nación, lo convirtió en un actor clave en la era atómica, dejando una huella profunda en la historia de Estados Unidos.
De Vendedor de Zapatos a Banquero Millonario
Nacido en una familia judía en Virginia Occidental, Lewis Strauss albergaba desde temprana edad el sueño de convertirse en físico. Sin embargo, la realidad económica de su familia lo obligó a abandonar sus aspiraciones académicas y a dedicarse a la venta de zapatos. A pesar de las dificultades, Strauss demostró una gran capacidad de trabajo y un talento innato para los negocios.
Su admiración por Herbert Hoover, un político republicano que años después sería presidente de Estados Unidos, lo llevó a ofrecerse como asistente sin remuneración durante el periodo en que Hoover lideraba la Administración de Alimentos de Estados Unidos. Esta decisión marcaría un punto de inflexión en su vida, ya que Hoover se convirtió en su mentor y le abrió las puertas a un entorno de oportunidades.
Strauss, con su inteligencia y ambición, escaló rápidamente en el entorno financiero, convirtiéndose en banquero de inversiones y alcanzando el éxito económico en una década. Su matrimonio con Alice Hanauer, hija de uno de los socios del banco para el que trabajaba, le proporcionó un acceso privilegiado a las redes de poder y le permitió consolidar su posición dentro de la élite financiera estadounidense.
Su cercanía con Herbert Hoover lo llevó a participar en sus campañas presidenciales, consolidando su posición dentro del Partido Republicano y fortaleciendo sus lazos con la clase política estadounidense.
Un Hombre del Establecimiento en la Segunda Guerra Mundial
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Strauss se unió al servicio activo del ejército, desempeñando un papel crucial en la administración de las municiones de la Armada de Estados Unidos desde Washington. Su inteligencia, su capacidad de trabajo y su habilidad para forjar alianzas lo llevaron a ascender en rango e influencia, ganándose la confianza de figuras como el presidente Harry Truman.
Al finalizar la guerra, Strauss se había convertido en un hombre del establecimiento, rico y poderoso, con fuertes lazos con Washington y Wall Street. Su interés por el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, motivado por la pérdida de sus padres a causa de la enfermedad, lo llevó a involucrarse en el campo de la energía nuclear.
La Era Atómica y el Conflicto con Oppenheimer
Aunque no participó directamente en el Proyecto Manhattan, que desarrolló la primera bomba atómica para Estados Unidos, Strauss fue nombrado comisionado de la Comisión de Energía Atómica tras la Segunda Guerra Mundial. En este cargo, se convirtió en un defensor ferviente del desarrollo de la bomba de hidrógeno, una arma termonuclear mucho más potente que la bomba atómica.
Su postura lo enfrentó a J. Robert Oppenheimer, quien se oponía al desarrollo de la bomba de hidrógeno y abogaba por una política de transparencia en materia nuclear. Las diferencias ideológicas, sumadas a las sospechas de Strauss sobre las simpatías comunistas de Oppenheimer, agudizaron la rivalidad entre ambos.
La desconfianza de Strauss hacia Oppenheimer se intensificó por el hecho de que varias personas de su círculo, incluyendo su hermano y su esposa, habían pertenecido al Partido Comunista estadounidense. Oppenheimer, en un cuestionario de seguridad al unirse al Proyecto Manhattan, había reconocido su participación en organizaciones de izquierda, aunque no se declaraba comunista.
Strauss, con su influencia en la administración Truman, logró convencer al presidente de seguir adelante con el desarrollo de la bomba de hidrógeno, consolidando su posición como uno de los principales actores en la carrera armamentista nuclear.
Strauss al Frente de la Comisión de Energía Atómica
Con la llegada de Dwight Eisenhower a la presidencia, Strauss fue nombrado director de la Comisión de Energía Atómica. Desde esta posición, impulsó una política de doble discurso, por un lado, promoviendo los usos pacíficos de la energía nuclear y, por otro, impulsando el desarrollo de armas nucleares.
Su gestión se caracterizó por la ambición de consolidar el liderazgo nuclear de Estados Unidos, sin importar las consecuencias. Su oposición a la prohibición de las pruebas nucleares y su intento por minimizar los efectos de la contaminación radioactiva tras las pruebas en el Océano Pacífico, revelan su visión pragmática y su ambición por mantener el poderío nuclear estadounidense.
La rivalidad con Oppenheimer alcanzó su punto álgido durante la gestión de Strauss en la Comisión de Energía Atómica. Strauss, con el objetivo de neutralizar la influencia de Oppenheimer, impulsó una investigación sobre su lealtad, acusándolo de ser un riesgo para la seguridad nacional.
La audiencia de seguridad a la que fue sometido Oppenheimer, controlada por Strauss, resultó en la revocación de su acreditación de seguridad, lo que marcó el fin de su carrera como asesor en los círculos de poder de Washington.
El Fin de la Carrera de Strauss
La ambición de Strauss por ascender a la Secretaría de Comercio de la Casa Blanca se vio truncada por el rechazo del Senado a su nombramiento. La gestión de Strauss en la Comisión de Energía Atómica le había ganado numerosos enemigos en Washington, quienes se opusieron a su incorporación al gabinete.
La derrota en el Senado marcó el fin de la carrera política de Strauss, quien se vio obligado a retirarse del poder y a dedicarse a labores filantrópicas. Su ambición, su pragmatismo y su visión del poder nuclear lo convirtieron en una figura clave en la era atómica, pero también en un personaje controversial, cuyas acciones y decisiones siguen siendo objeto de debate.
¿Por qué era tan importante la bomba de hidrógeno para Strauss?
Para Strauss, la bomba de hidrógeno era una herramienta fundamental para garantizar la superioridad militar de Estados Unidos frente a la Unión Soviética en la Guerra Fría. Consideraba que la posesión de un arma termonuclear más potente que la bomba atómica era crucial para disuadir a los soviéticos de cualquier ataque y para mantener la hegemonía estadounidense en el escenario global.
¿Cómo afectó la rivalidad entre Strauss y Oppenheimer al desarrollo de la energía nuclear?
La rivalidad entre Strauss y Oppenheimer tuvo un impacto significativo en el desarrollo de la energía nuclear. La desconfianza de Strauss hacia Oppenheimer y su decisión de neutralizar su influencia condujeron a la revocación de la acreditación de seguridad de Oppenheimer, lo que limitó su capacidad de participar en la toma de decisiones sobre el futuro de la energía nuclear. La eliminación de Oppenheimer, un científico de gran prestigio, permitió a Strauss consolidar su posición como la voz dominante en la política nuclear de Estados Unidos.
¿Qué legado dejó Lewis Strauss?
Lewis Strauss dejó un legado complejo y controvertido. Su ambición y su pragmatismo lo llevaron a desempeñar un papel crucial en la era atómica, impulsando el desarrollo de la bomba de hidrógeno y la carrera armamentista nuclear. Sin embargo, sus acciones, como la revocación de la acreditación de seguridad de Oppenheimer, también fueron criticadas por muchos como una muestra de abuso de poder y de falta de ética.
Lewis Strauss fue un hombre de poder que marcó la historia de la energía nuclear y de la Guerra Fría. Su ambición, su pragmatismo y sus decisiones, a veces controvertidas, dejaron una huella profunda en la historia de Estados Unidos. Su legado, como el de muchos otros actores de la era atómica, sigue siendo objeto de debate, planteando interrogantes sobre la ética del poder y las consecuencias del desarrollo de armas nucleares.
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